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VÍDEO ACTOR

  • Foto del escritor: somosred4
    somosred4
  • 13 jun 2020
  • 5 Min. de lectura

Ejercicio de improvisación frente al lente.


La actuación para cine, entendiendo esto como actuar frente a la cámara, y la actuación para teatro convencional, son muy distintas, por no decir totalmente diferentes.

Muchas veces se cae en el error de pensar que son lo mismo, pero no es así, cada una de ellas tiene un rigor diferente, dinámicas distintas y una disciplina estratégica, para lograr una acertada interpretación en el espacio a trabajar.


Dejando esto más claro, actuar frente a la cámara crea posibilidades diferentes en el actor, que involucran detalles que se pueden resaltar, miradas desde múltiples ángulos y fuerza escénica.

Es importante decir que estas dos formas de actuación son de suma importancia en la creación escénica.

También es de suma importancia realizar una exploración en ambos campos, así enriqueceremos más nuestros conocimientos frente al lenguaje artístico escénico.


En esta ocasión nos vamos a enfrentar a la cámara y actuaremos frente a ella un fragmento de la obra Cuadros Campesinos (Teatro Rural), obra que será nuestra base pilar en este camino de aprendizaje popular.


Red4Tablas los invita a crear desde casa.

Cuadros Campesinos- Teatro Rural-


Cuadro I ¿Trabajar para que otros ganen?

(problemas de mercadeo)



Lugar: Vereda de un municipio de Boyacá.

Personajes: César, Filiberto, Pablo, Laura y Josefa.



Acto I°

Narrador: El domingo es el díadel señor; el día para la celebración de la divina palabra y con frecuencia, para atender a los asuntos del mercado. Por el camino del poblado suelen encontrarse los vecinos. Entonces hablan de sus proyectos y del éxito o del fracaso en las ventas y las compras. Aunque usted no se halla entre este grupo, sí puede escucharlo y deducir determinadas consecuencias. Esto le conviene, amigo,y le cuesta poco, o acaso nada.



Josefa: Qué le pasa con esos marranos, don César? Cesar: Por aquí bregando con ellos a ver si... Están medio achanjuanados y ya no quieren caminar. Filiberto: Pero ya casi, ya casi llega a la carretera. Cesar: Afortunadamente, y si no... Lo grave es que mientras tanto pase el camión y no me espere. Josefa: Puede ser que no. Todavía es temprano y...Bueno, ese tamo para qué, don Cesar? Cesar: Para hacerles cama en el camión a los cerdos. Filiberto: ¿cama? ¿y eso para qué? Cesar: ¿cómo que para qué? pues para que no se maltraten, a fin de que no desmejoren en el precio. Usted sabe Filiberto que... Josefa: Pero ni que porque los llevara para la capital, o para... César: Justamente los llevo para la capital, Josefa. Josefa: ¡Aaaah! yo creía que iba para el pueblo.


Cesar: No, Josefa, en el pueblo los quieren baratos. Si no lo engañan a uno en el peso de los animales, lo engañan, ciertamente, en el precio. Filiberto: Tal vez tenga usted razón, don Cesar, pero hay que pensar que en todas las partes se cuecen habas. Lo poco que allá puede ganarles, lo pierde seguramente en los gastos: pasajes, comida y hasta posada. Además... Cesar: Le garantizo que con la venta de uno, tengo para los gastos y me sobra. Allá no me engañan en el peso, porque los pesas por kilos: para eso es la báscula. Tampoco me engañan en el precio, porque puedo averiguarlo en seguida. Y de allá puedo traer más barato lo que necesito. ¿se lo aseguro Filiberto, se lo seguro! Filiberto: Quién sabe... ¡quién sabe! Josefa: Amanecerá y veremos. Cesar: Bueno, eso es lo que pienso y es probable que... pero qué lleva ahí en esa mula, Filiberto. Filiberto: Eso no es mío, don Cesar: es aquí de misia Josefa. Josefa: Si, son unas chirmoyas, unas papayas, unos pepinos y unas acelgas. De cada cosa un poquito. Cesar: Válgame Dios, cuidado se le espichan las... Bueno, voy a tener que dejarlos seguir adelante, porque los cerdos no...Como uestedes llegarán primero por los atajos, háganme el favor de decirle al chofer que e espere. Josefa: Con el mayor gusto don Cesar. Filiberto: si señor, con mucho gusto.


Acto II

Narrador: A su regreso a la capital, César se encontró aquí en la tienda con Josefa, Filiberto y algunos otros vecinos que estaban con ellos ¿de qué se trató? ¿de qué hablaron? lo sabremos a continuación. Esto puede resultar para ustedes muy importante. Si señores.


Josefa: Bueno y al fin cómo le fue por la capital, don Cesar ¿siempre vendió con cuenta los marranos? Cesar: si Josefa, los vendí a buen precio, nunca pensé que los pagaran tan... Sí, mejor de lo que los hubiera vendido en el pueblo. Filiberto: ¿Así es la cosa? Cesar: Si señor, esta es la segunda vez que echo los animales para Bogotá con buen resultado. Josefa: Bendito sea Dios, y a ustedes cómo les fue, o... ¿ no llevaron ustedes también algunos animales? Pablo: sí, yo llevé al pueblo algunos marranitos, unos cuatro. Cesar: Y qué tal, ¿si logró venderlos en buenas condiciones? Pablo: No don Cesar. Se acuerda de ese que le gustó y que... Cesar: Sí, del colorado, del catire. Pablo: eso es, el mismo ¿sabes cuánto me dieron por se marranito? Cesar: Aguarde a ver... por ahí unos... unos... unos dos mil pesos. Pablo: NO, que va. Mil ochocientos y los demás a... Bueno, por el más pequeño de todos me dieron mil docientos. ¿Cómo le parece? Cesar: Fueron baratos. porque haciendo mis cuentas, uno de los que llevé, que era como el catire, lo vendí en dos mil pesos. y los demás en esa proporción. Josefa: Entonces hubiera sido mejor que don Pablo los hubiera llevado para Bogotá. Cesar: Para Bogotá o para otro lugar de buen mercado. Pablo: Siendo así, eso hubiera sido lo más aconsejado. Cesar: indudablemente y a usted, ¿cómo le fue en el pueblo con las frutas? Josefa: mal don Cesar, algunas se me espicharon, otras resultaron de mala calidad y las demás tuve que darlas por lo que ofrecieron. Los pepinos tuve que traerlos para la casa, nadie los quería, igual cosa me ocurrió con las acelgas. Eso no y tanto que se friega uno para...

Cesar: Como lo lamento. Josefa: Gracias don Cesar, pero a la que le fue peor, fue a la misiá Laura. ¿no es cierto misiá laura? Laura: eso ni hablar. Filiberto: Usted fue la de los huevos y los pollos, ¿no? Laura: si don Filiberto, pero eso no, no, no no, nooo. Figúrese que al bajar del bus le dí con el canasto a la puerta y ahí no más se rompieron diez de los ochenta que llevaba. Los demás... el acaparador me los sonsacó a miserables ochenta centavos. Después supe que estaban a uno con veinte. Pablo: Esos acapadores qué cosa tan terrible.


Laura: y en cambio yo tuve que comprar a seis pesos la barra de jabón, a uno con treinta la sal, y las espermas a pesa. ¿les parece? Todos: ¡De ninguna manera! Filiberto: ¿y los pollos? ¿Cómo le fue con los pollos? Laura: Me los sacó el mismo acaparador a veinticinco pesos, diciendo que eso ya no valía la pena, porque no les ganaba ni el valor del transporte. Pero lo que más me duele fue lo de las arepitas. Pablo: ¿ y qué fue lo de las arepitas?


Laura: Figúrese que llevaba unas arepitas de horno: eran cien. Vendí unas setenta y las demás nos las comimos en la casa, porque nadie las quiso. Les hacían el feo, porque echaba entre ellas el dinero, porque las cogía directamente con la mano o porque los compradores las tocaban. ¡esto ya no es vida! ¡ya no vale la pena trabajar! Josefa: La cosa está fea, fea, fea.

(Recuerden que para consultar el texto completo, lo pueden encontrar en la entrada que se titula: Para consulta) #desdecasa #construímos #Teatro

 
 
 

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